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Contradicciones

Había pasado ya la media noche, empezaba a salir una ligera brisa nordeste como de costumbre en esa playa, había llovido por la mañana y la arena todavía estaba húmeda. Lo lógico hubiera sido que se quitara los zapatos y los metiera en el bolso para no desgraciarlos pero ya le daba igual, miraba al mar, le traía una tranquilidad instantánea, era constante, imperturbable… no como ella. Se la desviaba la mirada hacia él, tirado, con los ojos cerrados como si nada a su alrededor pasase. Volvió a mirar al horizonte, comprendió que si esperaba unos minutos más no sería capaz de hacerlo. Se levantó y sin mirar atrás empezó a andar, las lágrimas le resbalaban para acabar cayendo en la arena, pero no se daba cuenta, sólo pensaba en salir de allí de una vez por todas… por eso no se había percatado de que él ya se había levantado. La había agarrado con la máxima ternura, pero aún así no fue capaz de salir corriendo. No quería volverse, sabía que si le miraba se derrumbaría y eso haría que todo fuese mucho más complicado de lo que ya era. Le sentía sollozar en su hombro diciéndola que no se marchara, suplicándoselo, pidiéndola perdón… Entonces oyó las palabras que la hicieron coger fuerzas para alejarse lo más rápido y lejos que pudo.

- Déjame!
+ Quédate por favor.
- No me lo pongas más difícil, enserio.
+ No soy nada si te vas, lo sabes.
- Es lo mejor para los dos, hazme caso…
+ Si te dejo ir ahora no me lo voy a perdonar nunca!
- …
+ Sé que si ocurre será para siempre…- se le quebró la voz al intentar decir la última palabra. Ella se lo había advertido muchas veces pero, en realidad, nunca la creyó capaz. Siempre le había quedado la duda de hasta dónde podría llegar por él. Inconscientemente le había puesto una prueba de fuego.
“Dejarte sería la única manera de que te dieses cuenta y pensaras qué es para ti más importante: esa vida que llevas… o yo.”
Aquella vez ella lo había dicho muy seria pero él no entendió o no quiso entender lo que en realidad significaba, la había perdido. Su mente se quedó en blanco, de pronto le desaparecieron todas las fuerzas, la soltó y se desplomó sobre la arena viéndola correr, huir hacia el lugar donde habían pasado el verano de sus vidas, huyendo de él. Se quedó llorando, abatido, estúpido… pero ella no pudo verlo, ya estaba demasiado lejos.

Se tuvo que sentar, la fallaban las piernas, al ir llegando al paseo las lágrimas había dejado de caer, nunca la había gustado llorar en público y con los años se había convertido en un acto reflejo, “la mujer de hielo” había dicho él en una ocasión. Se apartó el pelo de la cara, la agobiaba, miró a su alrededor, y después al cielo, no podía pensar… Era bien consciente de lo que había ocurrido, lo había pensado muchas veces y nunca había sido capaz de hacerlo pero esta vez lo había hecho, todo había acabado. Aunque para ella siguieran juntos, aún pensando que para separarlos hacían falta mucho más que simples palabras, aún queriéndole más que a nada, aún sabiendo que era lo mejor para él… la era inevitable sufrir. Adivinó su silueta saliendo de la playa, apartó la mirada, apartó la tentación de correr hacia él. Las cosas ya habían cambiado.
Dali05 de octubre de 2008

2 Comentarios

  • Diesel

    Interesante el momento de la ruptura sentimental que plasmas con acierto literaria y una pluma cargada de sentimiento oblicuo. Es un texto que no s?lo se lee sino que tambi?n se escucha...

    14/10/08 06:10

  • Migue

    muy buen texto...
    me encanto...
    va a mis favoritos...
    me paso algo parecido...
    cuidate y nada
    me encanto tu texto...

    17/01/09 03:01

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