Temo cada alba de esta primavera fría,
despertar a la luz cruel de un nuevo día
y nunca hallarte; pues es más compasiva
la luna en la noche, la sombra sin horizonte,
donde puedo vagar entre sueños y utopías.
Me acobarda ese amanecer doliente
que cuela sus rayos entre las rendijas
de mi persiana; me siento vampira
que huye, retada por el sol ardiente,
por no tornarse en cenizas y muerte.
Prefiero oír los ecos de calles vacías
entre gritos silenciados, las fuentes
murmurantes de agua, las prisas
amansadas en pausas, el solemne
y ululante viento sobre la bahía.
Y así poder soñar de espaldas a la vida
y a su rutina, que solamente me ofrece
la verdad que adolece de tu presencia
añorada; mas la noche te promete
ideal y a mi lado, renovada mi alegría
por tu esencia, por tu sonrisa, por tu abrazo