Abriles colmados de ausencias,
midiendo distancias y tiempos
desde mi nada.
Y mientras,
palio a palio, la vida se va vaciando
de primavera, y en su lugar
se va llenando de invierno.
¡Ay, el calvario del recuerdo!
¡Ay, cómo se pega el sudario
a la piel ensangrentada,
penar de soledad y silencios!
Y mientras,
pueblan la Madrugá corazones transidos,
y se entonan saetas desde cloacas
de dolor, allí donde se pudre hasta el olvido.
¡Ay, qué lejos quedan los días de gloria,
los días divinos!
Y repta la bestia innombrable,
arrastrando su vientre maldito
hacia ese Gólgota infame
que contuvo el postrer suspiro.
¡Ay, esa lluvia de muerte sobre mil crucifijos!
Saetas desde cloacas de dolor es... tan genial que duele solo leerlo.
Vecina querida, la semana santa es tristeza, verdad? Yo no voy a ver pasos ni salir de nazareno desde que murió mi madre, hace catorce años.
Un beso morado