Si pudiera, una oda haría a tus manos,
si tan solo se posaran enceladas
con sus ramas en caricias cual lianas
enredadas en mi piel de alba y grana,
deshojando esa flor de mi secreto,
invadiendo cada tibio recoveco.
Las yemas de tus dedos ayer impresas
en mi cuerpo arrebatado entre tus manos,
hoy desierto en invierno desolado
pues olvido nunca llega a mi ribera,
triste aullido desgarrado a luna llena
añorando ese tacto tan amado