Vuelve la primavera a mi casa:
trasiego de ramitas y alas
de vencejos en mi terraza.
(Y mientras el mundo librando
batalla contra un virus maldito,
ahora perdiendo, ahora ganando)
De pronto, como cada año,
el piar agudo y urgente,
el vuelo veloz e inmediato
de alborozo por el sol naciente,
de despedida por el ocaso.
(Y mientras se tiñen de verde
los valles, bosques y campos
las urbes se llenan de aplausos
a un puñado de valientes)
Antes, tanta porfía molestaba.
Me sentía invadida, tomada:
¿Quién os ha invitado, pajarracos,
a alojaros en mi casa?
Sin embargo, ahora es un gozo
oir a estos ocupas hacendosos,
padres amorosos construyendo
el nido para sus pollos.
(Canto de vida en mi encierro)
Ay, sensibilidad que da el tiempo
(O será que tras el gris viene el verde,
que la esperanza vence al miedo,
y nos volvemos más solidarios
por el aria que canta a la vida,
a la vida que nace de nuevo)
La solidaridad viene desde muy lejos, la vida no tiene fronteras, intenta abrirse paso en los lugares más inesperados. Los pájaros son como los poetas, no tienen nación, son habitantes de un mundo donde los sueños, son el alma que mueve a todos los seres vivos sin distinción.
La existencia, es sin duda un sueño, que vivimos en primera persona.
Un texto enormemente bello, al igual que su autora.
Un saludo.