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Ciento Diez Palabras de Vida

rase una vez una anciana que pareci perder el habla, aun recordaba en silencio, como siempre, aquel da lejano
Debi pedirle que se quedara, realmente esas palabras hubieran cambiado el curso de las cosas. Roberto la mir a los ojos, los relojes se detuvieron en toda la ciudad, tan slo para conceder a Celeste el tiempo necesario para decir las dos palabras que retendran a su hombre para siempre junto a ella. Dos simples palabras, slo dos, y pasado un rato, minutero y segundero se miraron y decidieron seguir transcurriendo.
Roberto se fue y dejo atrs a Celeste, a su hija no nata, y a las dos palabras que ella se encarg de guardar hasta el ltimo da de su vida.
En los aos que restaban por llegar hasta entonces, Celeste se arrepinti de su decisin, no solo call esas hermosas palabras, call tambin: vamos a tener un beb. Y fue as que una madrugada despert de su sueo empapada en sudor con el llanto de su hija desde la cuna. La meca siseando, por el temor a que sus palabras fueran ciertamente una maldicin. El espritu de su amado fallecido en la guerra das despus de su partida, la atormentaba desde entonces, pero el sueo de hoy haba sido mucho ms ntido, realmente hoy deba ser l, pensaba celeste. Sus ojos eran mucho ms oscuros que la tierra que se expanda entre sus maizales. Su voz mucho ms profunda que la tormenta que se acercaba destrozando toda la cosecha. Deca:
Celeste, guardaste silencio, sabes qu vida tan diferente habramos tenido de no haber sido as. Me han enviado para ser portavoz del castigo divino, tan slo te quedan ciento diez palabras de vida, piensa bien que dirs en cada momento, una vez hayas pronunciado tus ltimas palabras yo mismo pasar a recogerte.
Desde ese da su vida cambi, el tiempo pareca detenerse constantemente, su hija fue creciendo con una madre que pareca, de repente, haber quedado muda. Se iba a las verbenas del pueblo, a los parques infantiles, y se dejaba acariciar por el gritero de nios y mayores, era como una dulce meloda que la envolva y la hacia sentirse viva. Los libros, la palabra escrita se convirti en su obsesin. Empez a adelgazar notablemente, apenas coma, empez a nutrirse de poesas, versos, rimas asonantes y consonantes, lloraba por no poder gritarlas en voz alta. A veces miraba al cielo y vea las nubes pasar sobre ellas, esperando quizs, que un ngel apareciera para levantarle el castigo. El viento silbaba, las campanas de las iglesias taaban, la tormenta ruga, su nia tarareaba canciones que no les haba podido ensear ella, y as fueron pasando los semanas que se tornaron dcadas, donde su voz era lo nico que pareca no sonar.
Sabes que eres todo lo que tengo-dijo un da a su hija. No tengas miedo, sabes que estoy aqu- le dijo la noche del tornado. Esas catorce palabras debieron bastar, a los cuarenta y nueve aos, volvi a enamorarse, pero no de un hombre sino de un soneto.
Lo lea y relea mil veces al da, se lo aprendi de memoria, era todo lo que tena, eso y su silencio. Ahora que su hija se haba marchado del pueblo, su silencio le pareci ms ensordecedor que nunca. Si era un castigo no poder pronunciar las palabras, ms aun lo era, el infierno de no poder orlas.
La muda del pueblo la llamaban, a ella no le importaba, callar la haba hecho ms inteligente, el tiempo que no hablaba lo aprovechaba para pensar y aprender, la gente perda tanto tiempo hablando y hablando sin parar
Es un imbcil-dijo a su nia el da en que esta vino llorando con un beb en su vientre y abandonada por su marido. Tal vez l reciba un castigo por no decir las palabras precisas en el momento adecuado, l se haba ido con otra, y haba malgastado unas cuantas palabras para no decir nada, que mal aprovecha la gente el don de poder hablar-pensaba-, tener voz para no saber ser odo, ser odo para no tener absolutamente nada importante que decir. Celeste pas de compadecerse de ella misma a compadecerse del mundo en el que viva, a ms de uno le vendra bien esta maldicin, sabran aprovechar bien sus palabras, el mundo dejara de hablar por hablar, Te imaginas?-se deca para sus adentros- La gente dira ms la verdad, no creo que mucha gente desperdiciara sus palabras para engaar a los dems. El mundo escribira ms a menudo, y llegaran a ms acuerdos, hay tanta gente que tambin merece el silencio, las palabras merecen tener un sentido, hablaramos mucho menos, para decirnos mucho ms.
A Celeste cierto da le diagnosticaron una afeccin cardiaca. Ya le haba dado ms de un susto, pero sonrea y se deca, no te preocupes nia de pelos de plata, aun te queda mucho por decir.
Una maana decidi que su vida haba sido diferente pero no por eso triste, y sali justo al amanecer al porche de su casita en el campo, empez a correr entre la cosecha riendo como una nia, quizs haya llegado ya el momento, creo que estoy preparada, y riendo como una colegiala el ltimo da de clase mir al cielo y al sol que empezaba a acariciar con las puntas de sus dedos los trigales que se extendan frente a ella, y vocifer:
Esta es la casa, el mar y la bandera-Celeste no poda creerse lo que estaba haciendo.
Errbamos por otros largos muros-Su voz sonaba ronca la principio y fue aclarndose con le devenir de los versos endecaslabos de su amante callado Pablo Neruda.
No hallbamos la puerta ni el sonido
desde la ausencia, como desde muertos-Sonrea pronunciando palabras para su segundo gran amor, saboreando cada slaba, degustando aquel manjar de vocales y consonantes. Ya que fue el silencio para con el primero lo que la conden a la esclavitud de sus propias palabras.
Y al fin la casa abre su silencio,
entramos a pisar el abandono,
las ratas muertas, el adis vaco,
el agua que llor en las caeras-disfrutaba de aquella orga de versos en su particular Sodoma y Gomorra.
Llor, llor la casa noche y da,
gimi con las araas, entreabierta,
se desgran desde sus ojos negros,
Y ahora de pronto la volvemos viva,
la poblamos y no nos reconoce:
tiene que florecer, y no se acuerda.
Celeste haba pronunciado ciento ocho palabras desde el da de la severa condena, su sonrisa se hizo amarga un instante, pero continu siendo su sonrisa, y coquete con el viento para que este, se llevase su voz al infinito.
Una maana se despert sobresaltada y junto a ella estaba Jos, su nieto, la viva imagen de su amado muerto muchos aos atrs en la guerra, con una nota en la cuna, su hija haba salido a hacer unas compras y le peda que por favor lo cuidara. Celeste lo cogi en brazos, su silencio le haba hecho aprender un lenguaje extraordinario con la mirada que se acentuaba ms aun, con los nios recin nacidos, por igualdad de condiciones supona. Estuvo largo rato hacindole carantoas, mecindolo, balancendolo, sonrindole, entablando una larga conversacin de miradas que abuela y nieto entendan a la perfeccin. Cuando Celeste oy las llaves de su hija al entrar, meti a Jos en la cuna y se reclin para besarle la mejilla, tena el tiempo justo para hacer lo que pretenda, mientras su hija soltaba en la cocina las compras. Celeste se qued a vivir durante unos segundos en la tierra oscura de aquellos ojos que curioso la observaba, se acerc a su diminuta oreja y susurr: Te quiero.
Sinti entonces vrtigo y un intenso dolor en su brazo izquierdo, un dolor punzante en su pecho le hizo perder el equilibrio y cay desplomada en el suelo, siempre supo que sus ltimas palabras seran aquellas que no supo decir y que la conden a un silencio eterno.
Celeste abri de nuevo sus ojos para tropezar de nuevo con otros mucho ms oscuros, esta vez eran los de Roberto.
-Te he esperado mucho tiempo- dijo Roberto.
Celeste acerco sus dedos ndice y corazn a los labios de su amado y susurr:
Shhhhhhhh, no digas nada, slo bsame.
Debenetash14 de septiembre de 2010

4 Comentarios

  • Omissap

    Después de que me criticaras tan bine, ciertamente me sentia obligado a leer algo tuyo.Y me he llevado una grata sorpresa, está muy bien, seguiré cotilleando en tus escritos!

    Un saludo, y nos leemos

    15/09/10 09:09

  • Lau928

    Una historia preciosa y original

    15/09/10 11:09

  • Alejandrina

    muy emotiva hermosa y fantastica historia

    sigue deleitandonos con tua escritos

    15/09/10 06:09

  • Mary

    Oh que bonito!!! A veces es dificil saber cuales son las palabras
    correctas para decir, entonces es mejor callarse y no soltar al
    viento erroneas ideas.
    Me gusto mucho. Besoss.

    15/09/10 11:09

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