Hoy quise pintarte y tuve que retroceder en el tiempo y recoger los colores que alumbraban tus labios.
Hoy quise pintarte y viaje hasta el boulevard donde perdiste tu gorra verde y pude ver aquel brillo que desprendían tus cabellos.
Hoy quise pintarte y tome un taxi a la estación de buses donde me despediste; aquella tarde tus ojos reflejaban mi rostro, es más, estoy seguro que era mi palpitar el que los hizo pestañar.
Hoy quise pintarte y tome de lienzo aquella sabana en la que tantas veces descanso tu cuerpo desnudo junto al mío.
Hoy quise pintarte y acampe una semana en la playa para recordar el momento exacto en el que, en el atardecer, el sol dibujaba tu sombra.
Hoy quise pintarte y puse recompensa por ese espejo que usabas para maquillar tus mejillas y perdiste camino a casa.
Hoy quise pintarte y para recordar el color de tus piernas repare las bicicletas con las cuales recorrimos el norte de la ciudad un 14 de marzo.
Hoy quise pintarte y busque aquella pastelería donde solíamos cenar y yo jugaba a colocar chantilly y chocolate en tu nariz.
Hoy quise pintarte y horneé pasteles y prepare pastas tal cual las hacían tus manos.
Hoy quise pintarte y pedí los planos para reconstruir aquella casita cerca al parque donde te di el primer beso.
Hoy quise pintarte y volví a encontrarte.