Cuando tu amor murió, algo en mí murió con él.
Esa parte de mi alma que se mudó a tu ser
Y que, sin aviso de desahucio, echaste a perder.
Cuando murió tu amor algo en mi murió también.
No sé con certeza que fue aquello que te llevaste, solo sé que no lo he vuelto a encontrar en mí. Tampoco lo he vuelto a encontrar en nadie.
No sé si tu ida hubiera sido más fácil si me hubieses devuelto todo cuanto que te di.
Una ciega fe que jamás volvió a recuperar su vista, y decidió no volver a ver, aunque otra alma le entregara su propia mirada.
Las caricias más sinceras que mis manos te supieron dar, y que se juraron no volver a ser de otra piel, prefiriendo el frío de tu ausencia.
Y un corazón, que aunque nunca se le dio bien eso del amor, se prometió acompañarte con cada latir hasta dejar de funcionar. Hasta que sus bombardeos lleguen a su fin.
Cuando tu amor murió, mi alma murió contigo.
Escribí tu nombre en su lápida,
y las palabras que me quedaron por decirte, en cartas llenas de poesía que más tarde quemaré;
Para que el viento se las lleve,
y te lleve a ti con él.
Intenso, sincero. Un saludo.