Ama la palabra igual que un tímido mago ama el momento del silencio. Como un tímido mago enciende una vela amarilla y saca palabras de tu chistera como si fuesen un conejo metafórico que se pasea por el inefable escenario de la fantasía. Y como hizo Alicia en el País de las Maravillas sigue a ese conejo y ama a las palabras distributivas que escribes cuando apenas ocurre otra cosa sino el leve aleteo de una paloma en el vidrio de tu memoria. Es un ligero momento, bajo la lámpara gótica de la magia que hay en ti, pero ámalo como un tímido mago ama a su silencio.