TusTextos

El Libro de la Vida (reflexiones)

Con la misión de proteger nuestra propia autoestima, es gratificante saber, con precisión mnemotécnica, esas incontables vivencias (aventuras del discurrir diario) experimentadas en este campo de batalla llamado existencia. Surge así, de manera natural y connatural con nuestro temperamento, el libro de la vida; esa especie de memoria que viene a cumplir con las expectativas familiares y sociales que son nuestra verdadera pasión ineludible: ese narrar escogiendo los caminos del divertimento a través de los muchos mundos que llegamos a conocer. Como dijo aquel sabio: "conócete a ti mismo y conocerás tus verdades". Después, cada uno es libre de pensar si está a gusto consigo mismo o preferiría haber sido otro ser humano.

Sacar a la luz nuestra seguridad es poder interpretar todos esos sueños que hemos logrado alcanzar hasta convertirlos en realidades intimistas que no nos intimidan porque son la verdadera dimensión de nuestra personalidad; ajena, por completo, a lo que los demás quieran pensar sobre ello porque, y esto es trascendental, lo que somos en realidad no tiene nada que ver con lo que interpretan quienes nos califican midiéndonos por sus intereses creados (como bien señaló nuestro estimado Nobel Jacinto Benavente), ya que a nuestra manera de ser nadie tiene que ponerla un precio porque es invendible y, si puede ser, hasta invencible. Vencer al qué dirán o quedarse en "medias tintas" que a nadie le satisface.

Nos debatimos, continuamente, entre cumplir con las expectativas que nos hemos propuesto alcanzar o tirar la moneda al aire esperando a que caiga cara en lugar de cruz. Nuestra existencia no debe ser un "tal vez tengamos suerte" (o "quizás la próxima vez") sino un "estoy seguro de lo que soy". Nada de lanzar monedas al aire por ver si tenemos suerte. La suerte no es lo que debemos anhelar cuando escribimos el libro de la vida. La suerte sólo acompaña a los indecisos. Lo que te hace ser inigualable es trabajar limpiando tu honor de todas esas bajezas con que te tildan quienes, impotentes al no ser somo tú, buscan que abandones tus proyectos para "quedarte sin cruzar el río". Sé valiente y mójate hasta quedar limpio de toda maledicencia ajena.

Muchos son los que se quedan siempre interrogándose en lugar de escoger el camino. Si superas los sistemas opresores y opresivos es que has contactado con tu propio yo; con ese ser que te entrevista, día tras día, y al cual sabes responder en todo momento, en todo lugar, en toda circunstancia. Cuando inicias una apasionada relación con tu propio yo puedes sorprender a quienes no creen en ti; hasta el supremo grado de la excelencia. ¿Y qué mejor excelencia que observarte a ti mismo y quedar profundamente satisfecho de lo hecho y lo por hacer? Hay una coordenada esencial que te da la verdadera respuesta: tu propia condición. Y a esa condición propia no la llames nunca casualidad si es que, en verdad, has llegado a ser quien querías ser cuando te iniciaste en el mundo de las expresiones vitales de tu propia conducta humana.


No seas nunca la sombra de nadie. Busca ser siempre esa luminosa condición práctica que conserva los recuerdos para aprender a ser cada día un poco mejor, un poco más valioso, un poco más valiente ante los demás. Cuando escribes el libro de la vida vas formando la vida a tu alrededor. Y no lo llames egolatría sino satisfacción. En el rompecabezas de esta existencia humana, lo mejor de todo no es plantearte dudas a la hora de elegir lo que te asegura, lo que te afirma, lo que te confirma y lo que te define. ¿Por qué vas a permitir que otros sean quienes te digan lo que debes ser cuando tú mismo, si te lo propones con total convicción, puedes llegar a definirlo? Defínete tal como el libro de la vida que estás escribiendo te convierte en héroe de tu propia existencia; esa aventura que nadie mejor que tú puedes experimentar cuando te has llegado a convencer de que vales para eso y para mucho más.

Cada día busca un poco más de tu personalidad (ajena a los rumores de la envidia) y podrás escribir las mejores páginas de tu condición humana. André Malraux dejó escrito algo sobre eso, pero tú no eres André Malraux porque puedes ser mejor que él; así que no te quedes en un simple reflejo de nadie y alúmbrate a ti mismo con el único placer que nadie te puede hurtar: la dicha de ser feliz.

Si logras escribir tus propias aventuras, soñadas desde el inicio de tu caminar, todo cambia cuando recibes tu propia seguridad. Es entonces, cuando te sucede ese acontecer, el momento exacto en que el libro de la vida se te abre tan completo que cualquier página que leas te servirá de consuelo en la hora del sufrimiento pero, ante todo, te servirá de felicidad en los muchos momentos en que, al leerlas, te sientes capaz de seguir adelante porque sabes que has sido tú mismo quien ha rebasado esas circunstancias y te has erigido como dueño de tu propio destino.

Conforta y reconforta saber luchar contra el malvado afán de los envidiosos que quieren robarte la oportunidad de ser mejor de lo que eres, de ser capaz de transmitirte esa sinergia de actitudes que te convierten en exclusivo, en idílico personaje de tu propia imaginación. Y es a través de tu propia imaginación (y no de las patrañas ajenas) cómo puedes encajar perfectamente todas las piezas de tu puzzle vital (sentires y pensamientos) hasta convertirte en un entusiasta acogido en tu propia seguridad. Si estás seguro de que eso vale la pena vivirlo no esperes a que te desalojen de tu propio sueño y que apaguen esa llama encendida que te guiará siempre porque es la antorcha que tú mismo has asido con tus manos para llegar a lo más alto de tu propìa ascensión humana. No desistas de alcanzar la cima. Emprende el viaje y el libro de la vida será siempre tal como tú lo has escrito. Lo demás sólo son apariencias ajenas que no sirven para forjar tu propia leyenda de superviviente. Dale tiempo a tu tiempo y habrás conseguido vencer a todos los relojes que te han querido imponer. Porque el ritmo de tu vida es el tictac de tu propio corazón. No hay, ni nunca habrá, mayor y mejor bondad que esa.
Diesel25 de febrero de 2015

Más de Diesel

Chat