En esta vida tan dura
la guerra es la más impura.
Mientras algunos se matan
una esperanza se viene
nacida en los que desatan
dentro de lo que conviene
obstáculos que maltratan.
Solo somos muy humanos
en esta vida bajo cielos
rompiendo enfermizos celos
ínfimos que a las manos
arengan con malos anhelos.
La libertad se alcanza
invirtiendo en el amor
borrando todo pavor
reclamado por la lanza
en ristre del pecador.
Sabemos ya que la vida
una vez por Dios concebida
puede ser un paraíso
induciendo que es preciso
ésta manera que olvida
sangres que son herida
en el amor conciso
mientras el malo envida
otra vez su malquerida
sociedad de lo impreciso.
Amando podemos saber
mientras los otros se hieren
abandonar lo que pierden
razonando su poder.
Solo son buenas razones
invitaciones alegres
no como los matones.
Matan para obtener
algunas reivindicaciones
tramando al parecer
algunas revoluciones
radicales de su placer.
Alguno va a fallecer.
No somos pues los cristianos
alumnos de las malas almas
diciciendo que son proclamas
impuestas por los villanos
empuñando impuras armas.
