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Latitudes y Expresión Humana (refelxiones).

Vivimos en un mundo contemporáneo en donde las diferencias entre las latitudes que lo constituyen son, en contra de lo que dicta la lógica del desarrollo humano, muy diferentes. Por eso, ante esta situación de diferenciaciones, la expresión humana difiere grandemente entre unas latitudes y otras. No es mera cuestión geográfica sino, mas bien, producto de los diversos caracteres y actitudes con los que los seres humanos se enfrentan ante las imponderables circunstancias que les rodean.

Así como existen el mundo occidental y el mundo oriental y así como existen el hemisferio norte y el hemisferio sur, entre otras divisiones que podríamos señalar como, por ejemplo, el ámbito ecuatorial o el ámbito tropical, de la misma manera existen diversas formas de reaccionar según sean las raices propias de cada grupo humano. El carácter, como sabemos por sicología general, no es el mismo para todas las persoans y, derivado de ese carácter, se producen actitudes distintas que provocan acciones muy diversas y variadas.

Podemo decir, poniendo un ejemplo sencillo, que hay cuestiones que en algunas latitudes producen risa mientras en otras latitudes producen llanto. Y es que la expresión humana va en relación directa con el lugar físico y psíquico en que nos encontremos.

Lo del lugar físico es muy fácil de entender pero... ¿qué son los lugares psíquicos?. En primer lugar analicemos, por ejemplo, a un ser humano mongolés y a un ser humano kenyata. Sus lugares físicos son diferentes (eso es una realidad demostrada) pero, además, la psicología que emplean para manifestar sus actos vitales es también distinta. Un lugar psicológico puede ser distinto, y de hecho lo es, incluso entre seres humanos de una misma latitud porque no depende de las características físicas y externas de nuestra persona sino de las características propias e internas de cada ser humano. Por lo tanto, al querer estudiar la expresión humana a través de las latitudes debemos tener muy en cuenta a los grupos en que viven los seres humanos y, al mismo tiempo, considerar a cada uno de los componentes de dichos grupos como seres humanos individuales y, por lo tanto, con psicologías diferentes.

En el estudio de la sociología humana sabemos que siempre debemos partir de estas dos coordenadas: la latitud externa del hombre o la mujer (que por supuesto son diversas pero convergentes en el punto de ser dos seres humanos) y la psicología de cada uno de ellos y ellas, la cual produce expresiones vitales diferentes aun dentro de un mismo grupo bien especificado.

En resumen, cuando nos enfrentarmos al hecho inevitable de entrar en contacto con otro grupo de seres humanos (y eso ocurre cada vez con más reiteración en el mundo globalizado actual) nos enfrentamos con personas que actúan de manera bien diferente y, en ocasiones, hasta opuestas a la forma de actuar nuestra. Eso se debe a que no todos los seres humanos desarrollamos las mismas capacidades expresivas ni aun cuando estemos en el mismo grupo social; cuanto menos cuando estamos en grupos sociales distintos al nuestro original.

Por mi propia experiencia he llegado a conocer que las formas de manifestarse de los indígenas de la provincia de Tungurahua, en Ecuador (y lo pongo como un simple ejemplo de los muchos conocidos ya por mí) no se corresponden, ante una misma situación social, de la misma manera que nos manifestamos los europeos occidentales que somos madrileños o de la misma manera que se pueden manifestar los norteamericanos de Chicago. Tenemos, en este ejemplo, tres latitudes físicas diferentes (Tungurahua, Madrid y Chicago). El resultado final es el de tres expresiones humanas que difieren entre sí pero, también, que pueden ser coincidentes y complementarias si sabemos entender cual es la forma de manifestación social de cada uno de los tres habitantes de latitudes distintas.

¿Existen puntos en común para todos los seres humanos?. Creo positivamente, a pesar de los que lo niegan reiteradamente, que sí; que existen puntos de coincidencia en todos los seres humanos sean cuales sean sus latitudes físicas y sus expresiones humanas tanto externas como internas. Pongo, por ejemplo ya que es el mundo donde me muevo, el universo de los cristianos. Aunque muchos quieran negarlo, un cristiano o cristiana de cualquier parte del mundo, puesto en contacto con otro cristiano o cristiana de latitud física muy distinta, pueden comprenderse y hasta compenetrarse (y de hecho así ocurre) sin ninguna clase de problemas.

¿Qué sucede para que esto pueda ocurrir?. Simplemnte, y lo dejo para la opinión y consideración de quien quiera pensárselo, que tenemos un punto en común superior a toda clase de diferencias étnicas, sociales, económicas o psicológicas. Ese punto en común es el ejemplo que nos da Jesucristo para poder actuar de manera empática sin tener que trastornar para nada la forma externa que tenemos de actuar. Porque existen cosas que desunen (todo lo mundano desune cuando no existe empatía ni comprensión mutua) y cosas que unen (en este caso la firme creencia cristiana).

Termino mi reflexión con una frase: "Tu expresíón humana no es la misma que la mía pero mi expresión humana puede ser la misma que la tuya si te llego a comprender".
Diesel05 de septiembre de 2011

1 Comentarios

  • Leonora

    SENCILLAMENTE PRECIOSO.
    AMIGO,UN SALUDO.

    30/11/11 04:11

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