Las ninfas gentiles eligen sus breves suspiros
sobre las olas tranquilas repatriadas en el mar
y un púrpura de cristales finos son presencia
que se escurrre dando saltos subterráneos.
La febril simiente de este mar ya desnudo
vibra junto al cuerpo de la barca inquieta
y se abre una blanca espuma de tritones
haciendo frondosa frontera entre corazón y alma.
El viento alto se eleva en la alta mar
y el tiempo se hace fiel con la luz lejana.
En el fondo del alba sigue siendo el sueño
un despertar flameado por el rojo amanecer.