Tú mirabas la Alhambra
y el Patio de los Leones
y yo me quedé observando
tu vestido de colores.
¿Qué me traes?
me dijiste entre los cangilones
de la Rueda del Molino.
Sólo te traigo un camino
para invitarte a caminar.
!Y cuál es el tesoro
que vamos a encontrar!.
Yo te dije: el infinito
de nuestro propio cantar.
Cantaron los jilguerillos
que habitaban en el pinar
y no fuimos como chiquillos
que sólo querían jugar.