Ya no volveré
a cantaros en las madrugadas
pues mi barca ya se fue
al límite de las hadas.
Sí. Allí donde conviven
las gaviotas con las algas
y mezclándome entre ellas
canto a mi enamorada.
Ya no volveré
a cantaros en las madrugadas
que para ser marinero
me sobra y basta con mi barca.
Ya no volveré
a cantaros en las madrugadas.
Que los hombres de la mar
siempre somos de la nada
pero nos convertimos en todo
cuando vivimos las albas.
Ese TODO en lo que te conviertes, hombre de la mar, ha de ser en mayúsculas.
Sigue tu ruta por esos mares llenos de gaviotas, allá en el horizonte encontrarás la verdadera FELICIDAD.