Un lejano intento. Un acto que predispone la vida. Celebras la ceguera de las calles y sabes, sabes siempre, que debes permanecer alejado de tu mirada. Un no saber adivinar los por qués. Un alejado juego. Un tacto que predispone a la muerte. Callas. Los dias contados entre viejos calendarios y el susurro de los pasos. Ignorar: nace el infinitivo que colma la desdicha. Aquí y en la distancia, somos la infelicidad justa, la verdad que no decimos, el encadenado desdén por actos con sentido. Vulnerables ante la razón, que miente porque su naturaleza bordea el equilibrio. Huele el intento, entre sollozos de desconsuelo. Has impedido que nazca una nube. Goza de una esperanza, el desamparo que nadie hila con un obligado cumplimiento. Las noches te acechan. Sabes que caerá Palmira.
Piedras secas, elogios del ego, egolatría al servicio de las arenas del desierto. Detrás del único árbol, observa tu no saber adivinar ningún por qué.

Seguir AutorRecomendar Texto Agregar a Favoritos