Son instantes, miradas que se cruzan. La vida agotada entre sábanas blancas, Somos, mientras presentimos que la luz cesará. Allá, donde es suficiente un espacio, un silencio y el contar la leve respiración de un cuerpo que declina. Beso tu mano. Huele a dolor de días contados. No hay calor. Celebremos los adioses nunca dichos: los párpados anuncian la caída. No diré tu nombre, será un leve temblor. No habrá despedidas. Todo queda en la soledad de ese inevitable temblor. La dolorosa penumbra impuesta por el plástico. ¡ Aléjate ! Es irónico escuchar que alzas tu voz en medio de la nada. Y se va. Fragilidad que reposa sobre la misma soledad que acompañó tu nacimiento. Llueve. Algo continúa en su propia inconsciencia. Salgo despacio. No puedo olvidar tu última sonrisa. Humano caminar entre espacios creador para perecer. Cierran la puerta. Un largo pasillo me lleva a ninguna parte.