Vacilemos delante de toda ideología. No existen, no se fortalecen con el heroísmo de muertos en las calles, sino como sicarios de la urna, usurpadores del cacao y numerarios en la cátedra de la corrupción. ¡ Bien por quienes repitan historia de guante blanco ! Hagamos un inmenso negocio con la vida y ganemos la plusvalía de la muerte. Están ahí, quienes no se sonrojan y te miran con ojos de agua y manos de reptil. No queda ni mucho ni poco. No queda espacio donde escribir un nombre sobre la corteza de un árbol. Mondadientes de la mejor caoba para los dientes purificados en la América del Rey de la Verdura Fresca, de la esposa, Roca de la familia, de las venganzas calculadas para jugar con el miedo.
Me ignoro a mí mismo, como ser que recorra reflexión alguna. Ciego ante la vergüenza de mil propuestas de cambio, enmudezco bajo la lluvia fina de la selva; allá donde todo huele a muerte combinada, a tierra que oculta la raíz de la verdad, y donde los dioses son enterrados.
