Puedes estar tranquila(o). Sé que no va a pasar. Que no, que no me va a querer. Que nunca se lo voy a contar. Que la vida se me va a pasar pensando ¿y si? ¿Y si diera un paso hacia delante? ¿Y si me lanzara de cabeza al vacío? ¿Y si me diera igual golpearme contra las rocas que cubren el fondo del acantilado solo por quitarme este peso que tengo aposentado en el pecho? Demasiadas preguntas, ninguna respuesta. Porque supongo que, como siempre, todos esos interrogantes quedarán sin contestar. Sé que piensas que soy cobarde, pero no me importa. Tengo asumido que a veces se gana y otras se pierde. Que a veces confesar las cosas no hace sino empeorarlo todo.
Pero aun así, no puedo evitar repetir una y otra vez que me encantas. Que me vuelves loca. Que soy capaz de pasar muchísimo tiempo sin saber de ti, y que en el momento en que creo que estoy mejor .. ¡ZAS! vuelves a aparecer. Y me pones la cabeza patas arriba. Porque yo ya no sé qué pensar de todo esto. Sé que algo me falla ahí arriba, pero jamás pensé que un tornillo suelto pudiera llegar a afectar hasta estos extremos.
¿Y qué es lo mejor que puedo hacer en estos casos? Escribir, por supuesto. Intentar dar salida a todo lo que pienso, de una forma u otra. Porque tú jamás debes enterarte de todo esto. Por miedo, vergüenza, cobardía, comodidad, lo que sea. Porque hay veces que la gente mete la pata, y esto no iba a ser la excepción. Nunca sabrás que me muero por ser tu amiga, como mínimo. Que te admiro, de la cabeza a los pies, y sin ninguna duda. Que me encantas. Y ya está.
