Confianza
Hoy vengo a hablarte a ti, querida vida, querido amor, querida y no tan querida confianza...
Pasas a diario por la vida, me tocas y te deslizas, pero parece que no quieres quedarte. Quizás no fue tu culpa, ni la mía, quizás fue el pasado que no se atrevió a que estés en uno de mis tantos apellidos, "querida" confianza.
A veces te veo venir, te invito a pasar, para que te quedes y me enseñes a creer en la gente tanto o más que en mí misma, pero después decides abandonar, y yo te pregunto para qué.
¿No os pasa que os preguntáis si realmente podéis confiar en la gente que os rodea? A mí continuamente. Y entonces mi ángel me dice que confíe, que la vida es eso, confianza; también tengo un diablo que me suplica que solo confíe en mí misma, y a veces ni eso.
Y ahí ando enredada, más que mis rizos pero menos que mi mente. Porque no vamos a mentirnos, sé que no confío en mí todo lo que debería, sé que no puedo pretender que me den aquello que aún no tengo por mí misma, pero se hace tan difícil.
Estamos en una época donde confiar viene a ser el mejor regalo de Reyes, porque no se encuentra en cualquier sitio. Que ya casi nadie quiere comprometerse, y que un anillo de boda casi asusta más que alegra. Que las amigas te sonríen por delante y te critican por detrás, y sí, ya sé que como todo hay excepciones. Pero así estoy, desconfiando y a la vez intentando confiar. Y qué difícil.
