Decidí dar todo de mí; mostrar mis sentimientos más profundos incluso en esos momentos en que todos te dicen: estás loca, no merece la pena. Encaré la vida a contracorriente y luché por encima de mis propios límites. Hice lo que todos me dijeron que no hiciera, porque lo que para otros puede parecer una locura para mí era la mejor razón por la que perseguir mis sueños. Eliminé a personas de mi vida aunque tuve que escuchar decenas de desprecios y llantos sin sentido. Me alejé de aquello que me hacía daño, no por egoísta o cobarde, sino por inteligente y fiel a mis principios. Y es que no voy a hacer aquello que sé que me hace daño y que no acabará en nada más que dolor. Aún así, he llevado a cuestas lágrimas escondidas en la almohada, he sufrido por amor, lo he pasado mal con las amistades y he tenido encontronazos familiares, todo eso está claro, es inevitable. Pero lo que me gusta de todo eso es que me superé, me vencí y me gané. Alcancé y fue capaz de lograr cosas que jamás imaginé.

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