Arroparé mis manos bajo la lluvia
con húmedas arcillas
en la orilla de mi pensamiento,
trazaré tu rostro desconocido
donde sabré lo único que se de ti,
tu nombre y tu palabra,
el rebelde y sinuoso olvido
que te llamara desde el lado oscuro del silencio.
Incauto y cautivo
desharé tu posible faz,
y como un niño volveré a empezar,
amasaré de nuevo entre breves conjuros,
nuevas palabras
y otra vez tu nombre...
y otra vez tu nombre...
y tu rostro de lluvia y arena
renacerá en mis pacientes dedos,
nada será extraño,
mariposas de tierra y charcos
cubrirán tu cara,
y reirás,
y reirán,
en el constante laberinto de mis deseos
por descubrir tu rostro
en la esperanza húmeda de mis sueños,
con la fe inquebrantable
con que los amalgamo,
y yo reiré mas,
entre gotas de nubes y efímeras quimeras,
entre la pausa del inevitable rayo,
sabrán y sabrás
que entre mis manos eres tu
la escencia apostada en el delicioso barro.