Aún la pienso. Todavía golpea en mi parietal el recuerdo de sus labios. Sigue siendo la máquina productora de tan elegante escritura. Porque no hay combustible como su bella mirada, que acelere el mecanismo de mi corazón y, que decida escribirle en ésta fría madrugada.
Por un hipotético suceso, llegara a leer a su modesto pretendiente, sabría que aún sueña con tenerla entre brazos, y no soltarla, por dos infinitos.
Ni García Márquez, habría imaginado que Remedios, la bella, existiera fuera de Macondo y que cautivara con su grata presencia y para siempre, mi vida.
Espero escuchar, de alguna manera, que se encuentre con la alegría emocional que tanto la caracteriza y que tanto me seduce. Sin embargo, Ansío profundamente que entre días agitados, tenga el placer de volver a verle. Pero no triste como ahora, sino con mis ojos repletos de la ilusión que me produce.
Aún te pienso.