Tic, toc, tic, toc, tic, toc. El reloj avanzaba, era medianoche, la oscuridad se alzaba sobre las paredes de mi habitación, dibujando sombras espectrales sobre el piso.

Era una noche particularmente arcana y sombría, parecía ser más oscura de lo habitual. Bajo el velo imaginario de mi alma se podía aprecia como mi temor iba en aumento a medida que la noche avanzaba a paso firme.

Un profundo silencio me molestaba, y es que hay dos silencios; Todo está callado o todo está silecioso. ¿Logras entenderme? Para que comprendas... JAMÁS estás realmente solo, pues te aseguro que tu visión no te deja presenciar aquellas criaturas que deambulan de manera errante en la umbra nocturna y tu oído no es lo suficientemente bueno para captar sus susurros. Ese es el tipo de silencio del que hablo, había algo ahí conmigo.

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