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Bipolar

Aquel día hacía muchísimo frío. Recuerdo que viniste a buscarme en tu coche por la tarde, me retrasé, tardé mil en arreglarme pero a pesar de todo tú esperaste. Me enfundé en mi abrigo nuevo, el que compré contigo, y me dirigí a donde estabas. Nada más entrar, no parabas de piropearme, era un día bastante feliz. Eso creíamos. Dimos una vuelta, pasó el tiempo. Volando, como siempre. Me llevaste al bar, llegó la gente, lo pasábamos bien, hasta que el alcohol y la ignorancia hicieron de las suyas. Lagunas. Vómitos, y un autobús que no llegaba, pero yo ya empezaba a estar al corriente de los hechos. Por fin llegamos y me acompañaste como siempre, nos sentamos en ese banco y comenzamos a hablar. Creo que esa fue la primera vez que tuve miedo de perderte, era una cruel pesadilla que parecía no tener fin. Te abrazaba, tiritaba, balbuceaba, el alcohol no me dejaba apenas pensar, aunque lo cierto es que ni quería pensar en lo que podía pasar. No podía, me era imposible e impensable ni por un segundo permitir que desaparecieras de mi vida, ni siquiera recordar cómo era todo antes de que aparecieras, era como si me hubieras salvado de una muerte segura, como si me aferrara a ti de tal forma que el hecho de separáramos me haría morir por dentro... Y no quiero volver a tener ese miedo.

El caso es, que a pesar de todo, lo superamos, como tantas otras cosas. He llegado a pensar que los problemas no son más que pruebas que debemos pasar para demostrar que nos seguimos importando, que seguimos vivos y que al fin y al cabo somos personas. Imperfectas a ojos de los demás, perfectas a nuestros ojos. Porque todos tenemos inseguridades, y cuando encontramos algo fuera de lo normal, excesivamente bueno, maravilloso, nos cuesta creer que está ahí por y para nosotros, nos infravaloramos, sin darnos cuenta de que si eso está ahí es por lo que somos y lo único que tenemos que hacer tras haberlo conseguido sin apenas darnos cuenta de la genialidad que lo ha traído hasta nosotros es disfrutarlo y sentirnos orgullosos de nosotros mismos. Y por eso sé que cada uno de los obstáculos, inseguridades o sinsentidos que nos ocurran jamás serán un punto y final. No en esta vida. No contigo.

Sabes? No te voy a contar cuentos, no te voy a convencer de que la vida es de color de rosa ni de que somos inmortales. Pero sí que puedo contar los segundos contigo, multiplicarlos por 10, dividirlos entre 0’1 y elevarlos a infinito para hallar una mínima parte de lo que siento por ti. Reconocer que el mundo es frío y de un color grisáceo, pero que por suerte podemos ponernos unas gafas rosas y verlo diferente, adaptarlo a nuestro mundo. Tampoco es que tengamos una vida eterna, pero lo cierto es que el simple hecho de rodearme con tus brazos, respirar tu aliento, me hace sentir inmune a todo, eterna.

Qué era de mi vida hace 6 meses, dime? Lo sabes tú? Actualmente mi cabeza está llena de tus sonrisas, tus miradas, tus historias e incluso tus rayadas. Nuestra felicidad. Cierro los ojos y en mi cabeza resuenan esas palabras que afirmaban que jamás tendríamos nada serio, y no puedo evitar reírme y preguntarme qué habría pasado si te hubiera hecho caso. Realmente desde entonces me encanta no hacerte caso...
Y pasan los segundos, los minutos, las horas, los días, los meses y en un futuro los años y cada vez que me despierto sólo puedo pensar en cómo puedo hacerte feliz hoy, dejarte sin habla y hacer que se te caiga la baba, hacerte sentir mariposas. Y como ves ahora mismo se me ha ocurrido escribir esto para que cumees leyéndome, porque aunque últimamente no lo haga mucho, sé que te encanta leer cada línea como si fuera la última, imaginarme recitando cada una de estas palabras como si de un monólogo se tratase, mirándote a los ojos justo como yo te imagino aquí mientras lo escribo. Pero bueno, tampoco me es muy difícil, para tener un poco de inspiración ahora mismo no tengo más que tumbarme en mi cama y oler tu colonia. Joder, me encanta que mi cama huela a ti, pero me encanta más aún tenerte en ella, acomodarme en tu pecho, cerrar los ojos mientras me acaricias el pelo y dejar pasar el tiempo como si no existiera nada más alrededor aparte de la música de fondo. Usar mis únicas fuerzas conscientes para ladear la cabeza y cerciorarme de la perfección que tengo delante, de la suerte que tengo de haberte encontrado y aún más de haberte enamorado. De lo feliz que me haces todos y cada uno de los momentos de mi vida, y de esa sensación de no querer soltarte por nada del mundo. Porque eres la persona más genial del mundo, digan lo que digan, se ponga quien se ponga por delante.

Y eso, todo esto que he escrito, esta biblia de aquí arriba, no refleja en absoluto toda nuestra historia ni las mariposas que sigo sintiendo los minutos antes de verte, ni las veces que pienso en ti al día. Y menos aún se parece a nada que me hayan hecho sentir nunca antes. Y, por supuesto, no se encuentra en ningún sitio excepto en la burbuja, qué coño burbuja, en el búnker que nos hemos fabricado, y que ni la bomba más nucelar de todas va a poder hacer el mínimo rasguño. Porque te quiero, y mientras te quede tan claro como las 8 letras que contiene, no tenemos de qué preocuparnos. Porque no hay más. Sólo tú.
Elemotion29 de enero de 2012

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