El hombre ciego en su desesperada ambicia,
pierde hasta el honor por estrecharlo en su palma;
guiado por el pecado de la codicia,
no le importa venderÂ… si es posible su alma.
Llega a ser la ceguedadÂ…
parte en tan pecaminoso suceso.
Que torpe e ingrata realidad,
la ignorancia no es más que un aderezo.
Desde el alba hasta el ocaso,
la agonÃa de su obtención,
ha privado al hombre hasta del más febril retazo;
de eso tan celestial que llaman corazón.
¿Cuán profunda tiene que ser la herida?
¿Cuánto sufrimiento tendremos que pasar, para recapacitar?
que es mortal nuestra ambición desmedida;
el dineroÂ… Alfa del dolor, omega de la vida.
Muy bueno tu escrito.
El dinero ha tomado tanta fuerza en la humanidad que sin pensarlo la esta llevando a la fatalidad.
Pensamos que las cosas materiales nos daran la felicidad y que el dinero entre sus manos la traerá pero lo único que hará es atraparnos sin piedad hasta dejar nuestra alma en soledad.
Saludos