Aquella muchacha pálida, de labios rosa,
que baña cada mañana en el riachuelo,
y trae una chonga blanca sobre su vello;
es la moza, que a mi juicio, no hay mujer más laboriosa.
Despierta desde temprano,
en la piedra muele maíz;
mientras se machuca la mano,
un mosquito le pica en la nariz.
Aquella que barre y lava,
que párese rosa,
que huele a dulce guayaba
esa, que es más que una diosa.
La que todas las mañanas,
antes de salir el sol;
sirve a su amo frijoles parados,
pusungo, pupusas, tamales y elotes asados,
y para rematar una pailada de atol.
Aquella, la que en sus manos anida la secuela,
de lavar, moler, planchar y barrer;
la que siempre anda con cautela,
y sabe a fresca mañana, aun al atardecer.
Aquella, que cuando llega la luna,
recostada sobre una cuna,
espera ansiosamente
al sol y su rubores,
espera ansiosamente
volver a sus labores.
Aquella, que cuando llega la luna,
recostada sobre una cuna,
espera ansiosamente
al sol y su rubores,
espera ansiosamente
volver a sus labores.
Muy bonito y cantarín, elframoso. Naturalidad de una chiquilla nacida para servir, aunque ella sea feliz simplemente con sentir el sol y sus rubores. Me inspira triste y alegre ternura por ella a la vez.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo