Alta, blanca, rubia y delgada,
con un lunar justo sobre el seno derecho:
se exhibe sobre las gradas
de aquel pórtico mal hecho.
Una minifalda,
una colonia olor a canela,
y una blusa de esas
que dejan ver la espalda,
para atraer la clientela.
Diez, doce clientes en una sola mañana,
diez, quince brocas la revolcada;
¡Válgame Dios, pero si es la Juana!
La niña consentida de la plebada.
Muy ingenioso!!!
un abrazo.