¿Recuerdas cómo todo parecía perdido?. ¿Recuerdas la sensación de levantarte sin un camino que seguir, sin nada por lo que luchar?. Estoy segura de que recuerdas cada instante, cada tic toc de las manecillas del reloj, cada imagen almacenada en ese parpadeo de ojos, veloz, intenso, nuevo. Marcar el tiempo nos ha permitido separar, avanzar, aprender lo que somos y decidir lo que queremos llegar a ser.
Llega el día en el que finalmente las cosas cambian, encuentras lo que merece la pena ser contado, lo que da sentido a cada parpadeo de ojos, a cada suspiro a lo largo del día, a las sonrisas tontas y las subidas espontáneas de ánimo. Le encuentras, y el tic toc ya no importa, el tiempo desaparece, desearías congelarlo todo para que nada cambiase. Congelar ese instante en el que te despiertas a su lado, el momento en el que te da un beso en la frente antes de dormir; el cómo sería capaz de remover el cielo y la Tierra para ayudarte.
