Sin que te hayas dado cuenta se ha abierto paso entre las piedras de tus murallas, ha empezado a importar allí donde otros jamás lo hicieron y es entonces cuando suena la melodía del fracaso. Fracaso porque sabes que no puedes protegerle contra el mundo, porque sabes que no siempre podrás hacerle feliz; que tu forma de pensar y la suya no son la misma y que lo único que os une es la fuerza entre los polos opuestos, la vista en algún sitio que se encuentra bajo el mismo cielo. Es así como sois y como dejareis de ser, una noche que no tiene magia sin la luz del día, un viento gélido que no tendría sentido sin el calor extremo de su piel, un marrón que se protege viendo al otro sonreír. Una mano que unida y entrelazada a la suya no pierde el rumbo ni el camino, solo las lágrimas de vez en cuando.
