De amores no entendemos ni "J",
sus "H"s mudas nos exasperan infatigablemente,
la espera es casi tan pronunciada como la "B" primera,
somos "CH"s fantasmas por fuera de sus abecedarios...
Exclamamos indignados añadiendo signos de interrogación.
Las tildes en nuestras pifias hacen agudas nuestras penas.
Manejamos palabras que endulzan al viento,
más no a nuestras bellas ajenas, adeptas a tanto adverbio inoportuno.
Sus verbos no caminan, y a cambio, los nuestros,
impacientes las esperan.