Fue algo rápido. Tanto como para descuartizar mi lenguaje. Exploté y maquiné.
_Soy la incombustible, _¡LA INCOMBUSTIBLE!_grité.
Palabras como fieras, calificativos sin estómago, mi Origen. Él mismo. ¿Quién sino me iba a dedicar esas palabras? Uno que sin pensarlo, me hizo Eco de su sangre.
Se asomó por la ventana del coche. Era lo más parecido a un filete de carne podrido deshuesado. Nada. Seguía igual. Cinco años más tarde, seguía dándole cuerda a su crisis de personalidad.
Él mismo. Encendido_pensé_.
Encendido en su divinidad, con toda ella traspuesta, arqueó su silueta hasta situarla en el lateral derecho del vehículo. Lo llenó todo de él. Mi Origen. Todo él, de cuerpo entero, y algo viejo...