M.
Echo de menos tu piel bronceada, tu dulce sonrisa, que me encantaba, era tan perfecta. Como me acogiste entre tus brazos aquella noche de Agosto, fue la primera vez que me viste llorar. Tal vez esto alla sido solo una ilusión. Probablemente solo fue un sueño descabellado. Volvería el tiempo hacia atrás y lo cambiaría todo, pero no puedo. Pensaba que eras tú, si tú el mismo, el que iba por fin a conseguir que yo fuera feliz, que me olvidara de todo lo que habia a mi alrededor, que contigo nada ni nadie podía causarme ningún daño, que sería inmune al mundo, me equivocaba. Solo eras otro error, otro error que como de costumbre siempre pagaba yo. Me dí cuenta tarde, bueno en realidad tu lo hicistes por mí, yo estaba en el cielo y tu me bajaste de un golpe. Un golpe seco y duro. Quise creer que era una broma, pero no, tu ya habias tomado una decisión. Me sentí impotente, sola, ridícula, imbecil, pésima, hundida, utilizada. Quería chillar y salir corriendo. Solos tu y yo, sin nadie más, pero no serviria de nada. Estaba en un sueño que ni siquiera yo misma me creía, era más que imposible que yo estubiera viviendo eso. Pero lo que más daño me hace es pensar que no me arrepiento de nada. No me arrepiento de haberte querido tanto, no me arrepiento de las horas perdidas contigo y tampoco me arrepiento de haber llorado por tí. Te odio por todo lo que me has hecho pasar, pero a la vez te quiero por todo lo que he sentido. Al fin y al cabo yo soy la única perjudicada en esta história en la que tu simplemente has jugado y yo he sentido.
