Una sensación espantosa, un dolor perturbador, un sentimiento de tristeza absoluta que se ha apoderado de mi alma, rota en mil pedazos por un cúmulo de decepciones. ¿Qué es lo que queda? Una cáscara, un maniquí, una muñeca sin vida, una persona vacía, incapaz de sentir algo bonito, incapaz de creer que existe algo puro y bello. Un ser humano agotado, dolido y defraudado, traicionado por todos los bandos, apuñalado por todas partes, obligado a ocultar sus sentimientos por miedo a ser dañado de nuevo. Solo queda tristeza y resentimiento, solo queda una pena desgarradora y absoluta dentro de lo que queda de mi alma, una sensación de soledad que no se elimina ni aunque ría a carcajadas, un grito interno desesperado 'AYUDA AYUDA' que no es satisfecho, un dolor punzante y dañino, infringido a una persona condenada, con un alma condenada a la más horrible y desgarradora tristeza. Y es esa tristeza la que no me permite avanzar, es esa tristeza la que me encadena, la que me obliga a estar en una jaula, deseando, suplicando un escape. Un escape que no llega, un gesto de cariño inexistente, una mano amiga que no ha hecho acto alguno de presencia. Lágrimas caen, sin rumbo, sin orden, a merced de la gravedad, similar a la gravedad en la que yo misma me encuentro, algo empujándome hacia abajo, hacia el subsuelo, algo que ha acabado con cualquier rescoldo de felicidad que pudiera haber sentido. Una gravedad sádica y psicótica, que parece disfruta del dolor ajeno. 

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