¿Quién soy yo para decirte que no ames? Yo, que no concibo otra forma de amar que apostando todo al negro, o al verde, o al azul de tus ojos. Yo, que no defino el amor con un puñado de palabras que se unan y expresen un sentimiento. Yo, que lo defino a través de un gesto, o de un rostro con una sonrisa. Yo, que entiendo que la sensación de vértigo es similar a la de una montaña rusa, en la que subes hasta casi tocar el cielo y cuando llegas, te dejas caer a una velocidad de espanto y sientes cosquilleos y miedo a no poder subir de nuevo. ¿Quién soy yo para decirte que no hagas cola de nuevo? Yo, que he ganado y he perdido en la ruleta de la vida, y he comprendido que, si juegas con un as en la manga, te acaban echando de la partida y lo pierdes todo. ¿Quién soy yo para decirte que no vengas, si a los dos nos va el riesgo de perderlo todo en una tirada de dados. Dime, ¿quién soy yo para pedirte que te seques en mí tus ganas de lamento, y de frustración y consuelo? Yo, que ni siquiera tengo paraguas para resguardarte del miedo. ¿Quién soy yo para decirte que no ames? Yo, que no concibo otra forma de hacerlo que a full, aun teniendo la peor baraja del mundo -nunca confié en una buena mano si no era la tuya- yendo a por todo de farol. Dime, ¿quién soy yo para decirte que no ames?
Y tú, tan ruleta rusa siendo bala, que me salvas y me matas en cada alivio, que me bajas por la frente vestida de escalofrío, ¿quién eres tú, para decirme que no juegue?
