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Cuervos de la Piel

Cuervos de la piel

La vio en un punto
En una noche tibia perfumada
De luna invisible y preñada,
Que descendía por las gotas de plata esparcidas
Que no escuchabas.

Ni una ráfaga,
Del infinito silencio,
Y la inquietud que revolcaba al ambiente
Son las miradas de todas partes
Degollando la esperanza.

Ocultándome en el día,
De todas partes,
Siguiéndome a tu alma,
De míticas miradas por las noches
Que persiguen angustiadas;
Como dos estrellas tristeza!
Como dos estrellas blancas!
Azotando la hambruna,
Sin sus patas que mi alma ya no calmaba.

Abrí la ventana,
Desesperado!
Angustiado!
Había entonces
Una bestia de negro,
Venerando el gesto de mi sombra
Calmado detrás de la mirada,
Mi llanto lo observaba
Era como un animal de ninguna edad,
Olvidado del futuro,
Espectro de unos besos,
Y con una menor ceremonia entro a mis parpados
Con un gesto majestual
Y negras sonrisas de rostros encontradas,
Sobre el busto de mis miedos
Con rituales y sensaciones;

Invocando por la peste de sus alas
A las estrellas que devoraba
Me sentí abrumado entre mis alas;
Moldeando la madera del veredicto final
En la bestia que comía de tus ojos
Sin sus patas ni cenizas de ninguna edad y nada mas.

II

Otra vez, en el libro de tus ojos
Se volvían a encontrar
Un libro de antiguo credo
Con reflexión de un pecado,
Justo en la hora que las estrellas corrían
Por el placebo de su agua fresca abismal
De la misma manera era la noche en que sus ojos
Les salpicaba la sangre que se ocultaba de la misma pena;

En el filo de sus acciones
Punta de su brillo que seguían atados todos;
Me envolví frustrado,
Tétrico sin alma,
El cuerpo andando
Por los suelos de codicias derramadas
De ruegos,
Por heridas enterradas.

Y despertaron los lamentos
Por un camino,
Arrastrándose,
En la cual tus ojos eran la codicia,
Y las tinieblas, tu hereje cuerpo.

Formado todo esto por la sangre,
Por abrir el cuerpo a la ceniza oculta,
En los juegos incuestionables del tiempo.

Pronunciando entre ahogados, muertos y silencio,
El credo de la vida,
Recogiendo suelos
De estrellas espantadas.


III

Recorriendo los senderos de la luna
Ahora cual mi mano comía, recordaba
Otra ves a la bestia inhalada
Lo gritaba!
Engrandeciéndose así misma,
Tras la ventana quebrantada
Del mismo dolor agujereado;
Por el filo oblicuo de sus labios,
Invocando por su mi sentido ha despertado,
Del antiguo en mi comiendo abominable.
Despertando,
Otra vez! Abriendo la temblante puerta,
Otra vez! La piel, era en muerto cuero
Que masticaba por sus labios
Devolviendo cada flor y silencio
Del que abría engendrado.

Por lo que en su cuarto el hacia
Inmóvil encerrado en su cuerpo;
De deseo eterno,
Golpeteando las moscas de su muerte,
Y sonriendo inerte,
Desplumándose lento,
Explicito de locura sin su piel,
Picoteado por el placer que en las cortadas de madera encontraba,
Debajo de sombras atormentaba,
Con la bestia inhalada
Viendo siempre desde un punto,
De noche perfumada,
Saludando la mano engendrada,
De cuerpo sin alma
Ciego, perdido
Sin sus cuervos de la noche.



Espazmo21 de enero de 2009

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