Mentiría si dijese que ya no te quiero, que ya no me importas. Pero también si dijese que no tengo ganas de olvidarte ni de sacarte cuanto antes de mi vida. Somos como dos armas letales, drogas perjudiciales, con las cuales nos hacemos daño mutuo, y la única solución está en el distanciamiento. No me haces querer ser mejor persona, no sacas lo mejor de mí. No somos un amor de película, ni tu eres un príncipe ni yo una princesa. Pero aun así, hay algo que impide distanciarnos. Estamos atrapados, entre ruinas, y topamos constantemente con una barrera que no nos deja avanzar hacia un prospero futuro, donde podamos encontrar a ese alguien que si saque lo mejor de cada uno.