Hoy lo vi.
el también a mi,
pero no acusó.

más allá de la apatía,
montado en su hipocampus de mercurio,
parecía observar la cascada de mariposas
que buscan la obscuridad, para dar origen
a los delfines que habitan en sus ojos.
su charla de silencio,
me hizo comprender que la nada es triste,
pero la soledad de la nada no parece serlo.
y que el trazo de los verdes cometas
dibujado en el útero de la noche,
tan sólo es una invitación,
para sacar a bailar a la locura.

Hoy lo vi.
y el mutismo argumentado resuena en mi ignorancia.
blancas palabras anidan en el campanario de lo inconcluso,
quizás para ser descubiertas por la voz resonante del arcángel Gabriel.

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