Le tomó media hora acomodar todos los muebles de la cocina para poder disfrutar de un juguito. Lo estaba tomando mientras colocaba unas plantitas en el balcón, y se quedó mirando al sol que se escapaba entre las torres, pensando en que lindo departamento le regaló papá y que lo iba a cuidar mucho.
Francisca estaba admirando esas plantas extrañas que ahora estaban grandes y resaltaban en el blanco del balcón, y decidió llevarlas al living para observarlas con lupa y seguir admirándolas. Erica tiene cuatro, una se llama Cica, otra Merna, otra Peste y la otra Fecha. Son las cuatro igual de lindas. Y ella las cuida y les canta canciones viejas por la mañana cuando las baña con agua de la canilla en una pavita con la tapa llena de agujeritos. Hacía mucho frío, y Francisca cerró las ventanas y el ventanal que da al balcón. Asfixiada se levantó del sillón, y camino en círculos sin poder respirar hasta caer muerta. Erica llegaba con un paquete lleno de facturas en las manos, vio a su amiga tirada en el suelo y abrió un poco el ventanal. La llevó a la cama arrastrándola de los pies mientras echaba carcajadas. Volvió al living y llevó a las plantas al balcón.
- ¿No es un plan excelente? Es mejor que ustedes traguen todo su oxígeno, mientras yo voy a hacer otra cosa, y las llevan a ustedes a la cárcel. Putas.
Tienes talento para el relato en negro. De verdad. Muy bien narrado.
Te felicito Ezer.