TusTextos

Besa al Fuego Con Boca de Hielo. 2 un Poco Bastante.

A Camila Beloso, sin su permiso.

Me despertaron los pasos de Marcelo en el pasillo. Hacía frío. Llovió bastante a la madrugada. Miré el reloj, las ocho. Lo vi a Marce preparando mates. Nos saludamos.
-Dejá que yo preparo, andá a cambiarte salamín.
-Bueno, dale.

Se despertó Yoana, raro, siempre se despierta a la hora de la siesta. Seguro la despertó el frío. Me gustaba mirarla, siempre vigilando todo, buscando imágenes en todos lados, para fotografiar. Cristian también, era muy observador.

Le convidé un mate. Marcelo volvió cambiado, tomamos un par y salimos.

-Dónde es la casa?
-Echagüe 6733, Guadalupe me parece.
-Sí, ahí. Estamos cerca, vamos caminando?
-Dale.
-Te animas, seguro?
-Cuando me viste con miedo a caminar?

Y nos reímos. Nos llevábamos bastante muy bien, porque a Cristian lo conozco de chico, iba seguido a su casa, o nos encontrábamos en recitales. Hasta que se cambió a mi escuela, hicimos cuarto y quinto juntos. De Cristian lo conozco a Marce. Son iguales.

Soplaba un viento helado. Estar ahí cerca de la costanera me daba un frío bárbaro. A Marcelo parecía que no. Pasaron dos perros juntos. Caminamos tres cuadras, denuevo los perros, pero venían por enfrente. Íbamos por no se que calle, al veintitrés. Intercambiamos un par de palabras y llegamos rápido.
-Ahí está, me dijo que me esperaba afuera, es aquel.
-Petizo el chabón. Ja ja.
-Sí, pero no le digas nada que se calienta.
Se saludaron, escuché esas palabras, me hacían acordar a mí cuando estaba con Cristian. Pero era la hora de ver esa guitarra. La sacó de la funda. El sol le dio en el cuerpo, y me iluminó la cara. La quería un montón, sin tenerla. Estaba impecable, color crema pálido, el mástil marrón, trastes dorados, viejos, y un sticker de Pink Floyd debajo de la boca. No tenía dos cuerdas, Mi menor y La. Se la colgó al hombro, nos saludamos y partimos.

A las dos o tres cuadras, Marcelo me pidió que le tenga la guitarra un poco. Visualizó un basurero, de esos amarillos. Sacó un fibrón del bolsillo y escribió en el basurero “Omega”. Con una letra cursiva, minúscula.
-Y eso?
-Arte urbano, hace unos meses empecé a hacer.
-Ah sí?
-Ajá. Qué te parece?
-Me parece bárbaro que puedas expresarte.

No me dí cuenta y ya estábamos en la entrada de casa. Se me habían olvidado las llaves adentro. Toqué timbre dos veces, pero nada. Fuimos por atrás, saltamos la medianera y entramos por el patio.
Nos sentamos en el sofá, estaban todos durmiendo, menos Yoana. Sacó la guitarra, y la probamos. Un sonido desafinado, pero hermoso. Compartíamos el gusto por las guitarras desafinadas. Se acostumbró a ella bastante rápido. Se puso a arpegiar. Yo me senté de chinito, y lo escuché. Era muy bueno. Creo que todos los guitarristas son muy buenos. Todos en su especialidad. Yoana se sumó, se sentó en el piso a presenciar en primera fila este recital acústico de Marce, yo estaba en el sector VIP.
-¿Qué es eso?
-Apagado, de El Bordo.
-Está re buena. Me encanta.

Cantaba,
“Acostado entre mi sombra, hoy me siento apagado. La ambulancia pasa lejos y parece que es acá. Por mi lado las personas pasan, pero nunca se detienen. Alguien dice que es muy triste verme así, tirado, sin moverme. Y yo que hoy soy el mismo que ayer parecía entretenerte a vos. Cuando casi no importó… Y me quedaran los restos de una noche que creía eterna, pero ayer, solo ayer y hoy yo quiero en sueños descansar…”
Aplaudimos despacito, para que no se despertara nadie.

-¿Tomamos unos mates?
-Siempre se prestan unos ricos mates de verano.
-Siempre siempre.

Me fui a calentar el agua. Yoa volvió con unos ovillos de hilo y las agujas. Se puso a tejer cerquita de la ventana. Tenía 23 años. Tengo que admitir que me gustaba un poco. Un poco bastante.
Estaba haciendo un pulóver que había empezado hacia mil años atrás. Pero como iba al curso de fotografía nunca lo terminó. Era de piel doradita. Ojos verdes y brackets, desde los 14 más o menos… me encantaban sus brackets. El pelo oscuro, amante de los mechones de colores. Pero no se los hacía mucho. Manejaba el ingles muy fluidamente. Cosa que yo un poco lo hacia, pero no tanto como ella, mucho menos. Cebé unos mates, Marce estaba descubriendo su primera y nueva guitarra. Yo miraba a Yoana.

Se hicieron las tres de la tarde. Últimamente el tiempo pasaba bastante rápido por Santa Fe, mas en la siesta. Me dieron ganas de comer milanesas en el patio, como hacíamos antes, en esas siestas larguísimas. Pero no había milanesas, fui a comprar. Tenía ganas de comprar cosas, era para escaparme de acá, eran esas tres cuadras a la pollería para descubrir algo nuevo, y quemarme los pies en la calle. Traje seis milanesas, alcanzaba para cortarlas a la mitad y comen un montón. Me gustaba mucho cocinar milanesas.
Joaquín se despertó.
-Me despertó ese inconfundible olor a milanesas de pollo de la siesta.
-Como antes, ¿te acordás?
-Como olvidar. ¿Tiro algun mantel en el pastito?
-Por favor.
¿Qué pasaba con el? Estaba bastante ayudante los últimos días. Siempre para poner la mesa, para limpiar algo. Aunque casi no limpiábamos. Cristian también despertó. Fue a comprar un jugo en pijama. Short azul y una remera gris, larga. No saludó a nadie. Nos sentamos todos en el pasto, alrededor del mantel a cuadros rojos y blancos. Rojo gastado. Marcelo puso música despacito del grabador que sacamos. Acústica, de siesta. Le agregué un gran chorro de mayonesa a la milanesa, y la disfruté como quien disfruta una canción. O quién disfruta un buen vaso de jugo de naranja, como Yoana.
Ezer20 de marzo de 2011

2 Comentarios

  • Satire

    Ahora tiene mi permiso don.

    20/03/11 07:03

  • Satire

    Ahora tiene mi permiso don.

    20/03/11 07:03

Más de Ezer

Chat