Tengo la certeza de nunca haber dicho lo que quería decir. Y a veces, quizás, lo dije bellamente. ¿pero qué es la belleza que no rescata la verdad del pozo inmundo donde la hemos ocultado? ¿qué es? sino una cómplice y una miserable? En vano pretendí alumbrar con mis palabras la oscuridad. A lo oscuro, amigos, debí nombrarlo con mi voz negra y punto. Que los niños de este mundo se están cagando de hambre, algunos, o se están preparando para cagarlos de hambre a otros, otros. Esa es la cuestión. Allí el futuro, empezó, lamentablemente ahora. Y nunca pude decirlo y nunca supe decirlo y nunca quise decirlo
como un poeta puedesabe
y no me equivoco al unir la palabreja, que poeta sólo es el que así, todo junto, puedesabe
sí puedesabe
desentrañar de la aparente belleza la tremenda mentira puta que esconde. Los niños de hoy, en cuanto a los niños que nosotros conocemos, son los verdugos de los niños de hoy que no conocemos. Ellos
los desconocidos, los miserables, los que no tienen que comer, los que nunca conocemos
ellos
serán en días más
torturados por ellos
los niños que hoy vemos
empiezan a imitar de nosotros, sus iguales, esa costumbre de hacerse los boludos
frente al crimen, frente a la miseria
frente al pecado estructural de la pobreza.- Tengo la certeza, otra vez, de no hacerme entender. Pero por lo menos, esta vez, lo intenté.