Prendí la cocina y puse agua para el mate. Abrí la alacena y saque unas galletitas. Fui hasta el living y prendí la radio, nada de informativos, solo música. Con el termo en una mano, y el diario en la otra pasaron las horas.
Me puse el saco, cerré las ventanas, apague el gas -dicen que hay que ahorrar, ¿no?- cerré la casa con llave, te deje una carta, y hasta le di de comer al perro antes de irme.
Te quiero, pero no puedo así. Los nenes me van a matar si se enteran, no por que me haya ido, mas bien por que estuve. Y ni hablar del marido, político él.
Ser pata de lana no es algo bueno, ¿donde deje mis principios? Tal vez la carta no la entienda, es decir, ella nunca entendió nada.
¿Entenderá mi rapa para aru pura aru bura? No creo, che.