Porque me gusta salir de mí e inventar nuevos paisajes, nuevas historias, nuevas circunstancias. Porque me satisface una vida bohemia, porque me incomoda lo cómodo.
Brilla el sol en lo más alto del paraíso de la existencia. Me despedí de aquel sin despedirme. ¿Y tú sabías que el absurdo es constante? -dije; No -respondió; Pues el absurdo... es constante -afirmé. Y sin esperar ni desear respuesta me giré y me fui continuando la búsqueda. Ya no me rogaba explicaciones, pues en lo más hondo de mí todo se disolvía en el pozo de las incoherencias, en el absoluto absurdo. Y me fui, me fui de mí. Viajé a tantos lugares... Escena por escena fui recomponiendo lo soñado, encajando piezas al azar sugiriéndome construír algo sin sentido y luego dárselo.
Alterna la intensidad de la luz los tonos grises, amarillentos, azules, blancos, verdes puros. Una tarde, un café, un diario en blanco, un cielo abierto; convicción de ser causante de mis acciones, de ser autora de mis elecciones, asimilar la ausencia de apoyo firme; luchar con el cansancio y contra el cansancio, discutir conmigo. Nada estaba hecho y todo por hacer. Diferentes reacciones pero el mismo efecto. Todo estaba dicho y todo por decir. ¿Quién le iba a confesar a la noche que la ama sino el sol?
Me convertí en tiempo y espacio, que lo son todo, y al viajar fabriqué estampas de impresiones para implantarlas en la esencia espontánea.
Ya ves, vida mía, existencia mía, cómo te quiero a pesar de y gracias a todo. Tú eres yo y yo soy tu interpretación e intérprete. Si, al fin y al cabo, los cafés de tierra son bastante digeribles...
Brilla el sol en lo más alto del paraíso de la existencia.
