Cuatro manos
recorriendo hasta el final
el camino de las sábanas
en noches bien marcadas
de inviernos de fierro
respirando
el perfume de las nuevas horas
oscuras y misteriosas
profundas y fascinantes
mientras el ritmo hipnótico del reloj
deja de escucharse
y nos vamos separando
como arrastrándonos
como estirándonos
hacia el final de cada capítulo
con los ojos clavados en los labios
y las piernas exhaustas
de tanta poesía.