Y un día despertó
igual igual
a las ciudades
que durante la noche
duermen y cierran los ojos
y reciben el beso de la nieve
silencioso e implacable
y por la mañana
casi sin darse cuenta
están mas blancas
que el sol.
Se miró al espejo
y se mojó la cara,
se peinó y se sentó a mirar por la ventana
buscando algún dios
encerrado en la ciudad
entre las nubes
entre los edificios
entre los cables
entre la gente.
Me dejó un mensaje grabado
diciendo te quiero te adoro te amo
no olvides el chocolate
esta noche a las 8.
Se recostó en la cama
y escribió una poesía
dulce y emotiva
y se sintió algo idiota
y algo triste
y la guardó en un cajón
entre pañuelos de seda
y corpiños con relleno
y preparó un té
y se quemó
con el agua caliente.
Decidió olvidar todo el asunto
y dormir y soñar
con dioses atrapados
en ciudades grises
y poesías anónimas
durmiendo sobre la nieve
y amores imposibles
limpiando ventanales
en las alturas.
Eso y poco más
fue todo lo que duré
en su vida.
Dur? muy poco.
Pero hay instantes eternos.