Dos
palomas
gordas
saltan
de
rama
en rama
mientras
las
ùltimas
gotas
de lluvia
se estrellan
contra
el asfalto.
Abro
la ventana
y dejo pasar
aquel perfume
de lluvia
muerta
y pasto
mojado
que vibra
en el aire
que besa
en los labios
que explota
y se va.
Las nubes
aun
lo tapan
todo
y abajo
una vieja
empieza
a barrer
la vereda
mientras
un perro
perdido
la sigue
de cerca
olfateando
otra vida
buscando
un lugar
donde dormir
y donde cagar.
Cuantas
veces
me hubiera
conformado
con eso
y menos
también.
Me gusta el olor a tierra mojada que deja la lluvia al marchar.
Delicioso Fede .
Un beso