Nunca me sentí más devastado, me dije a mí mismo, esa noche, cuando sentía que el cielo se caía en mi contra, era un cielo azul, más bien era un anocher, era la noche más extraña de mi vida, no estaba nublado y no había ni una sola estrella, todas te las habías llevado tú, te las llevaste y no te bastó con eso, te acercaste a mi, enterraste esa espada afilada de tu odio en mi pecho, y pude ver una parte de mi que te llevabas, en efecto, era mi corazón, tan palpitante y tan frágil; te observe y te desconocí, volteaste y me miraste a los ojos, solamente sonreíste y te diste la media vuelta, así es, te fuiste, no dijiste a donde ni con quien mucho menos por qué, sentía que estaba solo, por un momento sentí tocar el cielo sin una sola estrella, pero solo era una ilusión, como aquella que me había hecho al pensar que me amabas.
Fernando Hernández.
El Amor intenso y el desencanto lo expresas a la perfección, Fernando.
Tus palabras conmueven.
Sigue escribiendo y no lo dejes nunca para que los demás podamos disfrutar del goce de tus letras.
Un abrazo de bienvenida.