El verde cubrÃa toda la ladera, un grupo de pájaros bebÃa el agua transparente del riachuelo, que con alegre melodÃa, bajaba dibujando curvas de trazos caprichosos. Los árboles habÃan empezado a deshojarse, arrullados por un suave viento que desnudaba sus ramas.
Un tÃmido sol presidÃa el cielo, un cielo manchado por estilizadas nubes blanquecinas, que coquetas, se exhibÃan en imperceptible movimiento.
En el valle, los escombros cubrÃan el cuerpo propietario de una mano solitaria, que abierta buscaba inútilmente su total liberación, unos perros cubiertos de polvo olisqueaban un cadáver que yacÃa con la cabeza destrozada.
Un niño semidesnudo deambulaba perdido por una calle desquebrajada, tembloroso ante el vértigo que da el saber, que está completamente solo.
Madres arañando toneladas de piedras en titánica misión de imposible rescate, incapaces de asumir que sus hijos necesariamente perecieron.
Dolor lacerante, sufrimiento mayúsculo, se respiran sin contención alguna. Impotencia en su máxima expresión, que me hace ver cuan poco valemos.