Era evidente que superada esta barrera, las cosas dejarían de ser las mismas. Internamente lo sabía, y por eso dudaba. Hay un antes y un después luego de ese umbral... de ese muro autoimpuesto que les costaba respetar. Y dudaba, dudaba con cada milímetro de la piel, con cada hebra de sus cabellos.
Sin embargo, cuando vio que, sereno, le tendía la mano indicándole que subiera las escaleras, no lo dudó. Son esos instantes donde la mente se pone en blanco, donde el tiempo en verdad se detiene.
Agarró su mano, y subió.
En el fondo a todos nos da miedo el cambio aunque sea para bien... muchas veces nos agarramos a nuestros propios problemas, excusandonos en ellos para no solucionarlos...
Alguien a quien quiero mucho, me tendi? su mano, me sent? entre nubes de algodon y salt? el muro... fu? una gran lecci?n y un regalo para m?.
Buen texto Flor, me identifico totalmente con tus palabras.
Saludos
y un beso.