La Casa
13 de agosto de 2009
por flor
Siempre tuve la impresión de que las casualidades que nos sorprenden a menudo son en realidad causalidades, puestas ahí para darnos una idea de que hay un destino que nos excede, que nos modela cada tanto y otro tanto hace y deshace a su antojo.
Hace un par de semanas andaba deambulando por Palermo. El viejo, el Soho, el Hollywood, ya no puedo distinguirlos bien. Bonpland era mi destino, y hacia allí me dirigía. Admito que le tengo cierta simpatía al barrio, que aunque crece como loco y se llena de espacios cool tiene un no sé qué que da gusto admirar mientras uno camina relajado por sus calles. Sin embargo, aquel día no podía admirar nada: abrigaba en mi pecho una tensión particular, mezcla de miedo y nudos en la panza que no paraban de crecer. Extraño porque recorrí Santa Fe infinidades de veces
La esquina de Bonpland se me hizo repentinamente familiar, y no sabía si era mi imaginación la que me estaba jugando una mala pasada, otra vez. Mientras me acercaba a destino- un pequeño centro cultural- supe. Estaba ahí, clarísimo, e imposible de evitar: era tu casa.
La casa de la esquina, ahí a cinco cuadras. Temi por un momento que las piernas fueran a flaquear, mientras caminaba por la vereda, que tantas otras veces había sido nuestra. Cada baldosa se apropiaba de una parte de mí, y como manantial de agua, sobrevinieron los recuerdos. Nuestros recuerdos.
De las idas y vuelta, de cuando decías cosas que no quería escuchar y salía corriendo
de la primera vez que caminamos de la mano, sosteniéndonos el uno a otro, y riéndonos de tonterías. De la primera vez que quise plasmar enpapel lo que sentía por vos, y a borbotones salieron las palabras. Las hojas y hojas ocupadas en tu honor.
Te recordé tan nítido que creí que volvía a amarte. Como aquel tiempo. Tan lejano. Cerré mis ojos esperando que el semáforo diera la señal de cruzar, y vi tus ojos negros posados en los míos. Hermoso como siempre, volátil y tierno.
El corazón latía violentamente cuando llegue a tu casa. Estaba igual, blanquísima con las paredes comenzando a descascararse, su pesada puerta de madera, el incesante ir y venir de la misma gente. La vi y quise verte parado esperándome. Claro que no estabas, porqué habrías de estar si fuiste claro en tu adiós. Y yo estuve de acuerdo. Caí en la cuenta que hacía tiempo no te aparecías en mis pensamientos, y que las lágrimas habían sanado las heridas. Al menos las superficiales. Juro que fue como volver a respirar
y me alejé.
La casa sigue igual, los que partimos fuimos nosotros.
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Mejorana
Me has conmovido Flor. Y no sé qué decir.
¿Por qué siempre se ha de decir algo?
Sólo siento.
14/08/09 01:08
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Anatorres
Las heridas profundas también sanan, a lo mejor tardan un poquito más pero sanan.
Y ahí sigue la casa, y seguirá como todas las palabras que pudiste escribir inspirada en él.
Un beso Floresita
14/08/09 06:08
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Mejorana
La casa es como nuestro cuerpo. Que alberga nuestras almas. Nuestros sueños, nuestras vivencias más vitales.
Debe ser por eso que duele tanto.
14/08/09 01:08
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Fernando690
Los recuerdos son de un valor incalculable mas allá de si son felices o no. me encantó tu relato, Flor.
ya pasarás por lugares con recuerdos mas hermosos que estos.
un Abrazo.
14/08/09 03:08
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Flor
gracias Anita, es cierto. Sigue la casa. Pero ya no es nuestra.
No es nuestra la casa, y pues ya todo es distinto.
=)
24/08/09 03:08
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Flor
Mejo, entendiste perfecto jeje.
Gracias!
24/08/09 03:08
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Flor
Espero que los recuerdos no m e dejen siempre este sabor amargo Fer.
Porque no es bueno para mí, me agota, me carcome. Y no aguanto tanto. Por suerte esta empezando a salir el sol, se acerca la primavera... por suerte... =)
24/08/09 03:08
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Degraaff
Hermoso relato, lleno de nostalgia quizá, solo te puedo decir que creo que el hogar pertence a una parte de nuestro interior, como es nuestro hogar, creo que así somos... abrazo!!
09/02/10 03:02
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